Por Gilberto Peralta Baltazar
Te busco en mi memoria
abuela mía
y encuentro siempre
la bella melodía
de tus rezos tan llenos de fe,
de tu fe tan llena de dios.
La paz con la que te fuiste un día
me hizo despertar
en aquel viaje
con el sueño aquel de tu bella compañía.
Yo iba en busca de ti
cuando la aurora me avisó de tu partida
y al llegar al pueblo aquel que fue tu vida
te encontré tendida,
tendida para siempre
en espera de tu tumba fría.
En la casa se han quedado tus ropajes,
el altar de tus santos tan queridos
tu rosario, también tu escapulario
y los cirios de cera junto al incensario.
El mercado ya no luce los colores
de los hilos y listones que vendías.
no hay quien compre las hierbas curativas
abandonada quedó tu mercería.
La iglesia extraña tu presencia
por los días que con tanta devoción
te llevaba por las tardes al santuario
a ofrecer tus plegarias y oración.
Ya no estás físicamente abuela mía
las campanas convocan al rosario
en la casa se quedó tu escapulario
y en mi espíritu tu esencia y tu alegría.
Gilberto Peralta Baltazar.
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