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Magno Garcimarrero

– ¡Mil cuatrocientas noventa y una armas de fuego, decomisadas a la delincuencia organizada, fueron destruidas por SEDENA a fin de combatir el crimen. Se usó el mismo criterio del marido que habiendo sorprendido a su mujer siéndole infiel, resuelve el problema quemando el colchón!

-La letra no es lo único que entra con sangre…

-Antes a las palabras se las llevaba el viento, Ahora las lleva y las trae el tiempo-aire.

-Es sorprendente ver como todavía hay gente que cree que la salud la recetan los médicos y le llega a uno por jeringa o por bitoque.

-En este país la honradez es un lujo muy costoso, tanto que la mayoría no puede dárselo.

– ¡Mueran las tradiciones puritanas! Celebremos hoy conjuntamente a nuestra madre y a nuestro padre,

quienes nos concibieron en un sublime arrebato de lujuria.

-Agradezco a Dios por concederme la senectud tardía, a cambio de la eyaculación precoz…

– ¡No serían tan graves nuestros pecados, para que en solo tres días de muerte quedaran expiados!

– ¡Obviamente seis días no fueron suficientes para crear un mundo perfecto… ¡Quizá el séptimo día de descanso, esté apenas transcurriendo!

-Quien quiera estar libre de cálculos renales, que arroje la última piedra.

-Grábate bien en la frente, este adagio singular: el que te pide algo urgente, es que te quiere chingar.

-Suelo ser misógino… pero en legítima defensa.

-Absurdo: ¡los padres enseñamos a andar y a hablar a nuestros hijos, y luego queremos que estén quietos y callados!

– ¡Si de veras estuviéramos hechos a imagen y semejanza de Dios, no estaríamos tan jodidos!

– ¡La Conquista nos quitó de adorar a un dios come-corazones, para darnos en adoración a un cadáver clavado en una cruz: ¡La muerte siempre! ¡Siempre la muerte!

– ¿Por qué hay un día de la cruz y no hay un día de la guillotina… y otro de la silla eléctrica?

– ¡La estupidez humana llega a tanto, que hay quien corta un árbol para esculpir un santo!

-Contra la opinión de las mayorías, creo que hay creencias que no merecen ningún respeto.

-Si por su afán de búsqueda, los fanáticos europeos, llamaron a nuestra tierra “LA VERA CRUZ” y por eso ahora somos veracruzanos; démonos por bien servidos de que los conquistadores no hubieran insistido en su afán de búsqueda del prepucio de Cristo, porque entonces tendríamos el gentilicio de “prepuciocristianos”.

-He llegado a la edad de que solo huelo a leña de mi hogar.

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