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Gustavo Sainz

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Hoy conmemoramos el aniversario del fallecimiento de mi gran amigo, escritor, ensayista y académico Gustavo Sainz. De su amplísima obra publicamos gran parte en la Biblioteca Gustavo Sainz de Ediciones del Ermitaño, entre la que se encuentran obras emblemáticas como Gazapo, La princesa del Palacio de Hierro, Obsesivos días circulares y A troche y moche. Tal como fue su sueño, sus libros circulan hoy a nivel internacional gracias a Librántida, nuestro proyecto de impresión y distribución bajo demanda. Gustavo y yo publicamos la revista Transgresiones, que dio inicio a muchos proyectos que imaginamos juntos. Radicado en Estados Unidos, donde impartía clases en la Universidad de Indiana, en Bloomington, cuando venía a México aterrizaba en mis oficinas de Ediciones del Ermitaño. Inolvidables son las largas conversaciones que sostuvimos, o las tertulias que llevamos a cabo, entre muchos otros, con Huberto Batis y José de la Colina. Hoy lo recuerdo con enorme cariño y nostalgia.

De su amplia obra, les sugiero cuatro lecturas para reencontrarnos con su prosa.

Gazapo. Ediciones El Ermitaño. 179 pp.

Publicada en 1965, la novela se convirtió en un clásico. En el segundo libro del escritor encontramos muchos de los rasgos que definen la nueva novela internacional, entre otros: justificación del punto de vista, reducción de los personajes a nombres propios o simples apodos, mezcla de realidades literarias y realidades «reales»… es decir el sello de la casa. Traducida a 14 idiomas, sobre la obra escribió Salvador Novo: «Hay tal cosa como un equilibrio estético que logra sus compensaciones por plomo contra nubes en igualdad de pesos. Y tal cosa como una unidad que nace de la diversidad conjugada. Se dan en este primer libro de quien en 1966 se asoma a una carrera llena de promesas».

La princesa de El Palacio de Hierro. Ediciones del Ermitaño. 347 pp.

Novela ganadora del Premio Xavier Villaurrutia en 1974. La protagonista habla sin parar de sus amores, sus diversiones y del ambiente político, haciendo un retrato de la juventud de la clase alta mexicana de aquella época, con desparpajo, exageración y gracia. El autor capta el tono coloquial en una estructura sumamente libre, reproduciendo las frecuentes muletillas, los comentarios al margen y las mentiras de cualquier conversación trivial, con lo que el lector casi cae en la trampa de creer que sólo se trata de las confesiones de una chismosa frívola en un momento determinado, cuando en realidad contemplamos el panorama general de toda una década.

Obsesivos días circulares. Ediciones El Ermitaño. 296 pp.

A partir de una aparente historia policiaca, el escritor plantea una rebelión contra el sistema de valores de la clase media, contra sus formas de comportamiento, contra las relaciones entre hombre y mujer vividas por ellos. La novela se erige como uno de los puntos más altos de su experimentación literaria.

A troche y moche. Ediciones del Ermitaño. 200 pp.

Tras muchos años de ausencia un escritor mexicano que vive en París vuelve a la ciudad de México para recibir un premio literario. Al terminar la ceremonia, llena de todo tipo de incidentes y de camino a alguna otra parte, es secuestrado. Ignora todo acerca de sus secuestradores. Recuerda cómo terminó la vida de muchos otros escritores que admira, quizá como terminará la suya. La obra recibió el Premio Colima a la mejor novela mexicana publicada en 2002.

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